Hay un colectivo que sufre especialmente las consecuencias de una crisis económica: los parados de larga duración. Dentro de ese grupo, los que llevan sin trabajo casi desde el primer año de crisis -es decir, tres años o más- se han incrementado un 43% en el 2011 y se sitúan en 704.900 parados, según la submuestra de la Encuesta de Población Activa que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta cifra supone que el 15,4% del total de parados en 2011 están desempleados desde hace más de tres años, lo que representa un aumento de casi cuatro puntos porcentuales respecto a lo que había en 2010. Todos han agotado el periodo de dos años de cobro de la prestación por desempleo. Además, de esos 704.900 parados, casi 200.000 (un 28%) tienen más de 50 años. Para ellos, cada vez es más difícil encontrar un puesto de trabajo.
La mayoría de los 4,58 millones de parados en el 2011 había trabajado anteriormente; más de la mitad (52,1%) se quedó en paro por la finalización del contrato y una cuarta parte (23,3%), por despido. Solo uno de cada cuatro dejó de trabajar por razones distintas al despido o al fin del contrato; entre esas razones se encuentran por enfermedad o incapacidad, para realizar estudios o formación, por jubilación o por cuidado de niños o mayores.
En cuanto a los que trabajan, el porcentaje de asalariados que fue contratado a través de una empresa de trabajo temporal (ETT) descendió del 3% al 2,7% en el 2011, mientras que prácticamente el mismo porcentaje, el 2,5%, obtuvo su empleo con la intermediación de una oficina de empleo pública. La reforma laboral, que está acabando su tramitación parlamentaria, permite a las ETT que actúen como intermediarias en la búsqueda de empleo al mismo nivel que el servicio público de empleo.
La necesidad de cuidar a personas dependientes y no contar con unos servicios públicos que lo hagan obligó, según la encuesta del INE, a 359.500 personas a trabajar a tiempo parcial para poder atender a sus familiares. La práctica totalidad de esas personas fueron mujeres. Otra diferencia notable es el número de hombres directores frente a mujeres en puestos de dirección. Los primeros duplicaron, en porcentaje, a las segundas en todos los tamaños de empresa. Según otro estudio del INE, las mujeres tienen una mayor concentración en salarios bajos que los hombres.